martes, 5 de octubre de 2010

LA BALLENA ASESINADA



Sabemos como eventuales conocedores de la fauna marina que existen ballenas asesinas, orcas creo que se llaman, estos gigantescos animales se desplazan silenciosos y boyantes tras embarcaciones pequeñas y en el más absoluto sigilo, se abalanzan contra tan indefensos navíos, partiéndolos en varias partes y devorando o toda su tripulación. Algo así como una mezcla híbrida entre el tiburón de Hollywood y Mobi Dick, la Ballena Blanca, de la clásica novela de Hernán Melville que conmovió a toda una generación en los mares de la aventura indomable.
Por otra parte esta especie de ballena podría ser algún tipo de vengador solitario, que hace pagar al hombre por lo que este le ha hecho por tantos años a las amigables y magníficas ballenas. Cazadas en forma indiscriminada y salvaje, en grandes buques factorías nordicos y nipones, que amparos en dudosos tratados de cuotas de caza, arrasan los mares del mundo incluido el nuestro, dejando al borde de la extinción a este gigantesco y magnifico animal que tanta fascinación despierta en la especie humana.
Dicen que las ballenas son excelentes navegantes, se conocen de memoria los siete mares y con un sistema como el sonar o algo así, pueden trazar fácilmente su curso, bueno casi siempre, de vez en cuando hay algunas que perdiendo su rumbo, quien sabe por que misteriosos motivos, van ha dar a las playas del mundo, allí gringos de pantalón corto, surfistas australianos o abrigados esquimales hacen sobrehumanos esfuerzos para liberarlas de estas prisiones de arena o hielo que atentan contra su vida, y lograr así que regresen rápidamente al mar. .. Si me parece estar viendo al Discovery Channel, Animal Planet o a la CNN transmitir en directo tan ecológicos esfuerzos para devolver estos cetáceos al océano o ver como un intrépido bote de goma de Greenpeace se interpone en la línea de disparo de un amenazante arpón japonés, a riesgo de la vida de sus tripulantes para salvar a una indefensa ballena.
Pero un buen día, una ballena tuvo la mala suerte de perder el rumbo frente a la bahía de San Jorge y venir a parar a las rocosas playas de Antofagasta. Este inusual evento pronto acaparó la atención de los vecinos del puerto. Casi inmediatamente empezaron a transmitir las radios locales, corrían gráficos y camarógrafos. Los periodistas se aprontaban a captar la curiosidad y expectación de la gente. Así como la opinión de los expertos en fauna marina. Yo como vivo cerca y al enterarme de la noticia, fui rapidito a ver de que se trataba nunca había visto una ballena en "vivo y en directo".
En el lugar un grupo de improvisados ecologistas locales hacían todo lo posible para devolver tan enorme animal al mar. Aunque debo decir que sus esfuerzos duraron poquito, algunos ya entre empujón y empujón tanteaban, la parte del bistec que podían obtener de semejante espécimen. Otros creo yo ya se imaginaban una fritanga con té caliente y un buen sándwich de ballena frita a orilla de playa para el desayuno. Los con visión de empresarios en productos del mar ya habían llevado algunos baldes y tarros de gran tamaño con filosos artilugios y solo esperaban comercializar pronto esta exótica y apetecida carne entre los antofagastinos y los restaurantes locales.
Con la noche llegó la oscuridad y con ella el fin de la ballena, era muy grande para nosotros, pequeña para los entendidos, fue imposible devolverla al mar. Su destino quedó trazado como el ancla a nuestro cerro, en cuanto su cuerpo se atoró en las piedras de la orilla de una playa olvidada en el sector norte de la ciudad.
Al regresar en la mañana, el espectáculo era dantesco, ¡una carnicería gigantesca con sangre aun tibia! Todos tratando armados de cuchillos, hachas, machetes, serruchos, punzones o simplemente a viva fuerza de llevarse un trozo de su carne. Gente ensangrentada, maloliente, exhausta por tanto esfuerzo de matarife imprivisado. En el aire, gaviotas y jotes revoloteando en círculos de muerte sobre los despojos abandonados en la orilla, que triste espectáculo dimos ese día aciago los Antofagastinos.
Las imagines televisivas dieron la vuelta al mundo ¿Antofagasta tendrá algo que ver con Antropófagos?... por lo menos suenan parecido. Como broma me llamaron familiares del extranjero para decirme "sabemos que la vida es difícil en el norte, pero será para tanto".
El tiempo ha pasado, cada vez que paso frente a la playa donde una vez varó una inocente ballena, solo reflexiono que este noble y poderozo, animal fue capaz en algunas horas sacar lo mejor y lo peor que los seres humanos llevamos dentro.


Ricardo Rabanal Bustos
Profesor

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