jueves, 21 de julio de 2011

EL INCENDIO DEL HOTEL ESPLENDIT

El incendio había comenzado en las habitaciones traseras del hotel, nadie lo detectó hasta que fue demasiado tarde, la marea de fuego se deslizaba silenciosa por entre las paredes y entretechos del vetusto edificio.
En los primeros momentos de nuestra llegada pudimos ver el fuego contrastado entre las junturas de las tablas del segundo piso y la brea candente cayendo humeante por entre las maderas del cielo del segundo piso como cascada de petróleo negro.
Estábamos ya en el reino del fuego, los bomberos lo conocemos bien, un anciano cuidador no pudo salir del fondo del edificio y dicen que un vendedor viajante que había logrado salir, volvió por la recaudación de sus negocios y ya no regresó más... lo encontramos muchas horas después, salvamos lo que pudimos, pero el destino se confabula contra nosotros, la alarma fue dada muy tarde, el edificio era la hoguera perfecta de calcinada y antigua madera seca.
Nuestros carros no eran los mejores y Antofagasta carecía de agua en todos sus grifos, solo los pozos de mar construidos en los primeros años de la ciudad servían, pero estaban muy lejos del incendio.
Como costaba ser bombero en esos años, dimos dura lucha, pasaban los minutos, atacábamos por todos sus frentes, el fuego comenzaba a rendirse, solo unos minutos más y ganábamos. Pero el gran cortafuego del fondo, con pilares de madera, no soportó más, su derrumbe fue total cayendo pesadamente al suelo, una gran nube de polvo candente se levantó enseguida. Nube que rápidamente tomó un color rojizo, el fuego, esa bestia roja, había saltado al edificio del fondo y con esto un nuevo incendio comenzaba.
La columna de humo y brazas incandescentes era enorme, un pilar negro que se levantaba desde los cimientos del fuego a las alturas del cielo. Un remolino oscuro e incandescente que iluminaba y oscurecía el centro de Antofagasta.
La tarea comenzaba de nuevo, el trabajo no podía parar, teníamos que vencer, como siempre lo hacemos, nuestro honor estaba en juego, nuestros muertos y mártires nos recordaban el deber que acompaña a un bombero siempre.
Con las horas comienza a caer la tarde y con ella la penumbra, después de muchas horas, en la peligrosidad de los escombros pudimos apreciar la dimensión de la tragedia, se había formado una nueva calle paralela a Latorre y Condell, todas las compañías concurrieron al incendio, la totalidad de los voluntarios, todos sus carros bombas, muchos camiones cisternas de empresas privadas, el Ejercito y la Municipalidad.
Seis o siete focos de incendio se declararon esa tarde, con las brazas que volaron por los cielos, dos muertos residentes del hotel, algunos civiles y bomberos heridos. Ese fue el resultado que arrojó el balance de esa tarde en que una parte del centro y la historia de Antofagasta ardió irremediablemente en llamas.
Cuentan que el Hotel Esplendit fue uno de los más elegantes edificios construidos en la Antofagasta salitrera, allí llegaban las distintas personalidades que arribaban a la ciudad por alguna visita de placer o comercio. Hombres de negocio, bellas damas del cine y teatro, encopetados gerentes de empresas, aristocráticos ingleses sin sangre real, duros y enérgicos administradores de alguna salitrera olvidada, si hasta el mismo Aristóteles Onasis dicen que estuvo allí.
Como importante fueron sus pasajeros, impresionante fue su despedida, por todo bombero recordada. Con los años su terreno fue un estacionamiento en que se quemó un automóvil y luego una feria comercial que también se quemó con un guardia fallecido a causa de las llamas, ese espacio llama al fuego, hoy es una importante casa comercial de carácter nacional, cuyo nombre suena parecido a repetición en ingles.
Esta tienda también tuvo un episodio de principio de incendio que fue rápidamente detectado por las nuevas tecnologías de seguridad. Tanto incendio repetido en un mismo lugar, tantos muertos que las llamas reclamaron como propios, otro misterio más o simplemente la casualidad de los acontecimientos en esta inflamable ciudad de madera, narrada eso si, con imaginación de bombero, usted decide.

EL MEDICO DE LOS POBRES

No recuerdo exactamente cuántos años tendría, pero esa tarde mi madre esperó solo algunos minutos para que me atendiera, era el tiempo en que los consultorios y las clínicas estaban por existir; el tiempo en que las horas por teléfono y los seguros catastróficos estaban por llegar ese tiempo en que si no alcanzabas horas en el hospital, podías ir a ver al médico de los pobres y él siempre te recibiría.
Sólo vagos recuerdos tengo de ese instante. Una sala algo oscura, una vitrina de instrumentos que brillaban con la luz de alguna lámpara lejana y otra de remedios que se repartían con generosidad extrema... y un médico alto de delantal blanco y hablar sereno que me examinaba.
"Quédese tranquila señora; es solo un resfriado, que en algunos días se le pasará", le dijo a mi madre al mismo tiempo en que le pasaba algunos remedios. Así fue como conocí al Doctor, al cual mi madre admiró siempre.
Con los años me convertí en profesor y una mañana fui invitado a la graduación de enseñanza básica y media de los reclusos que son atendidos en la Escuela que funciona al interior de la Cárcel Pública.
Estaba sentado junto a otros Profesores, que trabajaban en el establecimiento, cuando sentimos una gran ovación; era el Doctor Antonio Rendic que llegaba; de terno más bien claro, una corbata oscuro y delgada más un elegante sombrero Claro, con un ribete negro.
Caminó lentamente hacia su asiento entre los aplausos de todos los asistentes, a los cuales respondían con caballerosos gestos y venias de su sombrero.
Ha transcurrido el tiempo, recuerdo la ceremonia que a principios de los 90 se le hizo para homenajearlo y presentar un libro suyo de poemas y escritos de Antofagasta. Allí estaba esa figura alta; de cabellos blancos y pómulos hundidos en la santidad de dar. Solo en el escenario de ese Teatro lleno de gente que enmudecía ante la lucidez del hombre que hizo carne el evangelio y soneto su amor por esta tierra.
El médico que sanó los cuerpos de muchos y fortaleció el espíritu de todos los Antofagastinos que lo conocieron.
Los minutos pasaban rápidamente y él explicaba pasajes de sus escritos y poemas, con la habilidad mágica del más eximio narrador de historias. Cuando por breves segundos; hace una pausa; y nos pide disculpas por que nos cree cansados. ¡Si cansados! A nosotros que cómodamente escuchamos a este hombre que sobrepasaba los 90 años y nos hablaba de pie desde el escenario. Sin error alguno. Al término de sus palabras un Teatro Municipal que aplaude de pie y eufórico a uno de sus hijos predilectos, es una imagen imborrable para todos los que tuvimos el honor de estar allí esa noche.
El Doctor siempre recordó su tierra, esa bendita tierra que\' dejó un día al igual que muchos de sus paisanos para ganarle al desierto y hacerse gente del norte, ellos fundaron Compañías de Bomberos; Clubes Deportivos, dieron trabajo, en industrias y negocios, lucharon por días mejores. José Papic, José Trevizán, las Familias Korlaet, Kútula, Martinich y Simunovic; son sólo algunos ejemplos donde el sentido empresarial jamás se ausenta de la caridad y el amor por este ripio estéril que da forma diaria a nuestro paisaje.
Al pasar el tiempo y los acontecimientos, la figura del Doctor Antonio Rendic se hace inmensa, inmensa en la santidad de sus acciones y en la profundidad de sus escritos. Así como el sacerdote que recogió niños en los puentes del Mapocho o la Monja que limpió á los leprosos en la India, o el padre que caminando por España y el mundo nos enseñó a conocer y respetar a Dios en la vida cotidiana. Este médico de los pobres con su vida y ejemplo nos llama a construir una sociedad más humana y justa, donde nuestros dones estén al servicio de los más necesitados y de sus requerimientos más urgentes.

Hoy la memoria y las acciones del Doctor nos reclaman mucho más que un simple recuerdo hecho de calles y palabras, es el bronce noble y austero el que debe inmortalizar la figura de un hombre Santo que una vez su compañía fue regalada por Dios a nuestra querida Antofagasta.

viernes, 15 de julio de 2011

LA VIGA MAESTRA DE LA ECONOMIA



"Chile perdió la Patagonia por creer que “no valía nada” y por las mismas razones, acaba de desnacionalizar las mayores y mejores reservas de cobre del mundo, estableciendo “enclaves extranjeras” de rango constitucional, en el espacio más sensible de la economía y el destino nacionales: El cobre".
"Si esta legislación perdura, perderemos cien veces el valor de la Patagonia en el próximo medio siglo".
(Radomiro Tomic, 31 de agosto de 1983)

El lunes 11 de julio, junto con celebrarse los 40 años de la nacionalización del cobre para Chile, medida que no hubiera sido posible sin antes la Chilenizacion del rojo metal impulsada decididamente por el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalba, se efectuó un paro nacional de los trabajadores de CODELCO, en el que las arcas fiscales dejaron de percibir más de 41 millones de dólares solo por un día de no trabajo.
Este no puede ser considerado un paro más, por el contrario es sin duda el día en que Chile no recibirá su sueldo, porque el cobre extraído en los antiguos y eficientemente explotados yacimientos de CODELCO, es quiéranlo o no el sueldo de Chile o la viga maestra de nuestra economía nacional. Los trabajadores han anunciado claramente que esta huelga solo persigue dos grandes objetivos: Un trato digno y dialogante por parte de las nuevas autoridades de CODELCO y colocar en alerta a Chile por la desmantelacion estructural que está sufriendo la empresa por parte de estos nuevos gerentes instalados por el actual gobierno, que la están conduciendo paulatinamente a una privatización larvada de todas la divisiones, mas aun cuando el único amarre poderoso que sustentaba la empresa con el Estado era el 10% de las utilidades brutas de las ventas del Cobre que recibían las fuerzas Armadas y que antes se distribuían en las regiones productoras como una forma de mejorar su desarrollo productivo y social, así como una retribución a la pérdida patrimonial irreparable a los suelos nortinos que genera toda actividad minera.
Sin duda cualquier gobierno tambalea con un paro que trae asociado estas cifras diarias de perdida para el presupuesto nacional. Es aquí donde todos debemos reflexionar: "Si la paralización de CODELCO que produce un poco menos del 30% del Cobre Chileno genera tanta preocupación política y pérdida económica para el gobierno, ¿cuánto está dejando de percibir el Estado Chileno por la paralización eterna del otro 70% de la producción de cobre del país que hoy está en manos extranjeras?". Hoy nuevamente como en antaño, son los trabajadores del cobre los que nos señalan el camino y nos entregan a nuestras conciencias los números que hacen temblar la economía nacional de este país históricamente minero.
Hoy en día la gente en sus casas y en las calles se dio cuenta de esta realidad y está llegando la hora en que un profundo debate sobre la política minera que ha sustentado Chile deba ser abordado desde una perspectiva patriótica de cara a la ciudadanía y a la historia. Cada ciudadano ya sabe perfectamente que una plena y mayoritaria participación del Estado en la producción total del cobre, es la solución para los graves problemas económicos que sufre el país y a las reformas estructurales que mejoren la equidad y la distribución de la riqueza nacional para todos los chilenos. No interpretar estas demandas como Partido Democratacristiano, es no escuchar la voz de la razón que expresan las mayorías, en las calles y en sus casas. Además también es de alguna manera dar la espalda a las grandes transformaciones sociales que realizaron los Camaradas Eduardo Frei Moltalva y Radomiro Tomic Romero al dar el primer paso de independencia y dignidad nacional, Chilenizando el Cobre y ser después participes basales de su nacionalización definitiva. Años más tarde Don Radomiro Tomic fue uno de los más elocuentes y preclaros defensores del cobre y alerto claramente de la desnacionalización que el rojo metal comenzó a sufrir.
Los fantasmas del caliche que deambulan por mil oficinas salitreras olvidadas nos recuerdan sobre lo efímero y transitorio de las riquezas mineras que una vez valieron una guerra y en manos extranjeras una revolución. Son estas sales olvidadas del desierto de Tarapacá y Atacama nuestra propia Patagonia Minera que nos reclama y recuerdan la poca voluntad política de defensa soberana y visión de futuro que generaciones pasadas no tuvieron con el otrora llamado Oro blanco.
Ahora es urgente una Junta Nacional ampliada o un congreso ideológico acotado a ciertos temas específicos para lograr un pronunciamiento definido, con una política clara y específica sobre los temas que hoy se debaten en la calle y en miles de hogares chilenos como Partido Democraciacristiana que represente valientemente los verdaderos intereses de Chile.
Fraternalmente
Ricardo Rabanal Bustos
Profesor
Antofagasta, 12 de julio 2011


Segunda Región…..La tierra de Radomiro Tomic Romero y Edmundo Pérez Zujovic

martes, 12 de julio de 2011

EL EJERCICIO



Fue mi primer ejercicio tal vez por eso no lo voy a olvidar nunca, eran otros tiempos, tiempos de transición en que se agotaba un pasado glorioso, de bronces bruñidos y elegantes telas de oscuros colores, donde las relucientes medallas daban un luminoso contraste al instante en que giraban las tómbolas en las animadas y bulliciosas kermeses de los bomberos de Antofagasta. Esa época lentamente comenzaba a quedar atrás, casi sin darnos cuenta, pasábamos de los colores y la identidad singular a la uniformidad plural de carros y uniformes impuestos por el avance de la irrefrenable tecnología que cambiaría de alguna manera las tradiciones que por años habían tenido los bomberos de Antofagasta y que tanto colorido les habían ganado entre la sociedad del norte.

Recuerdo perfectamente que el ejercicio se había planificado en cada detalle, cada movimiento y ubicación estaba debidamente marcado y todos sabíamos perfectamente lo que teníamos que hacer, incluso los cadetes. Los preparativos comenzaron el mismo jueves, algunos voluntarios alistarían el material y otros construirían muebles simulados a partir de cajones de embalajes traídos desde nuestro vecino “El Puerto”. Así entre risas martilleos y nerviosismo, estos enceres ficticios del hogar comenzaron a tomar forma. Del jueves al sábado por la noche televisores, cómodas, roperos y refrigeradores de madera y cartón esperaban ser salvados por los ágiles bomberos de la Segunda Compañía de Bomberos.

Para tratar de darle el peso exacto se les rellenó con maderas y algunas piedras que fueron acomodadas en su interior de manera que permitieran una bajada rápida por la lona deslizadora que sería colocada en el tercer piso del edificio, ubicado frente a la Plaza Colón, departamentos que le había sido designado por la Comandancia para el salvataje a la entusiasta Segunda Compañía. Para el sábado por la noche y las primeras horas del domingo, ya todo estaba listo. Los muebles parecían de verdad, los carros brillaban en colores azules renovados, las pinturas aun olían a frescas y las eternas lonas circulares y deslizadora del carro telescópico pirchs ya habían sido revisadas… ahora sólo quedaba esperar.

Temprano en la mañana la Compañía estaba formada frente al Cuartel General, se podía ver el nerviosismo en todos los bomberos. Primero sería el desfile ante las autoridades y luego cada compañía de agua tendría 10 minutos para actuar y las de escalas 15. El ejercicio y el desfile serían en la calle Sucre a un costado de la Plaza Colón, ya el público colmaba las veredas de las calles para ver a los bomberos en acción, los niños más pequeños comenzaron a aplaudir cuando vieron bajar a los caballeros del fuego en el desfile de presentación que precedía el ejercicio. El orden del ejercicio sería el siguiente: dos compañías de agua, una de escalas, comenzando por la primera. El público estaba atento, las estrellas de tantos generales y coroneles de las Fuerzas Armadas invitados al ejercicio comenzaban a brillar con una luz celeste al contrastarse con el sol nortino de una mañana de otoño.

Es nuestro turno anunció el capitán y con voz segura ordenó los movimiento, “volteo simple, paralelo y doble con escalas de competencia”. Corra cadete y ayude a levantar las de 35, haciéndose cargo de uno de los puntales, voluntarios suban he icen la lona deslizadora al tercer piso… “¿Mi capitán el tercer piso está cerrado que hacemos?”, súbanla al cuarto ¡pues hombre! Y amárrenla del balcón lo mejor posible….ordeno el Capitán….¡Estamos listos! Ya subimos los muebles.

Un piso más, del tercero al cuarto, pareció no importar…. ¡cuando usted diga lanzamos los muebles por la lona capitán! Muy bien dijo nuestro líder, ordenó a los bomberos estirar la lona y mandó a los cadetes a los vientos laterales que solo extendían la lona y no recibían todo el peso de la caída como los vientos ( cordeles) frontales a cargo de los voluntarios. Todos estos movimientos fueron muy rápidos y recibieron grandes aplausos, las personas, los Generales, el Directorio General y los demás bomberos estaban expectantes. ¡Nos estamos luciendo cabro! Me comentó entusiasmado un voluntario, aunque creo que la lona quedó muy parada, me comentó después un poco preocupado y en voz un poco más baja…

…Todo listo preguntó el capitán, ¡¡Si!! Preparados para recibir los muebles, los voluntarios ubicados en la base de la lona… ¡Si capitán!... Lancen entonces, los muebles! Ordenó nuestro líder… Expectación en el público, silencio radial, angustia en nuestro Director, curiosidad en los Generales, atención en las demás compañías… Pasan los segundo se asoman dos voluntarios del cuarto piso y lanzan un refrigerador de madera y piedra, este aparato agarra tal velocidad que después de bajar casi en caída libre da un brinco en la base de la lona que lo hace ir a dar casi a los pies del León de la Plaza Colon, haciéndose añicos. ¡Asombro!, asombro asombro de todos y curiosidad ¿los bomberos rescatarán las cosas así? Se preguntaban muchos… luego cayó el segundo mueble, un televisor, más pesado y grande que uno real, era un verdadero bólido que bajaba de las alturas como el más estrepitoso meteoro… voluntarios atajen los muebles con decisión, ordenó nuestro líder, ¡está más….. Capitán!..... Quiere que dejemos de existir y convertirnos, de paso, en los únicos mártires aplastados por un ropero de cartón y piedras contestaron algunos voluntarios. Pasan los minutos y la esquina de la Plaza Colon se llena de una mezcla rara de piedras, cartón, papel y tablas de cajones que se esparcen por doquier. El capitán ordena a los cadetes limpiar este desastre ecológico y que se haga el salvataje de personas, los dos primeros voluntarios se deslizan bien y son rápidamente frenados y embolsados por sus compañeros en tierra. El tercero que trae un cuarto en sus brazos se lanza, va bien hasta la mitad, donde se encuentra con un parche de otro material que los frena y desvía bruscamente. Se van hacia un costado, su caída es inminente, pasan los segundos ya casi llegan al borde, el capitán corre, le quita el viento lateral de ese lado a un cadete, suelta un poco la tensión al mismo tiempo que salta y con el hombro corrige la trayectoria de la caída, los compañeros reaccionan rápidamente los embolsan y los voluntarios que caían a la muerte salen caminando de la lona que pudo ser su pasaje al cementerio. Ulloa y Rojas se han salvado, el público rompe en aplausos y vítores. Todos miramos a nuestro líder y capitán con admiración ¡Grande Percy!... Gritan los más viejos voluntarios de otras compañías. Las cosas que te reserva la vida, lo que pensábamos iba a ser un excelente ejercicio se transformó sin quererlo en un papelón y de allí en escasos segundos en una muestra de coraje y destreza bomberil dada por un hombre, Percy Quintano Quintano, el primer capitán que conocí en la segunda compañía de bomberos, muchos ejercicios han venido desde entonces, de homenajes, bautizos, exhibición, destreza, academia y competencia, pero como este, en la calle Sucre, frente a un León risueño y con el pavimento mojado y resbaloso, con un público que saludaba a los caballeros del fuego en su día y la presencia de viejos voluntarios que recibieron a los nuevos con sabiduría y cariño siempre permanecerá en la memoria de un niño testigo, jugando a ser bombero.

Después vino el desfile, los aplausos, comentarios y la fiesta que duró mucho tiempo. ¡De la que se salvaron esos dos!, los cadetes dejaron limpiecita la plaza, cuando vuelven hacer muebles tan pesados que estallan en piedras, madera y cartón. Suba la lona un poquito más capitán para caer parado. Fueron los comentarios que entre risa y risa fue uniendo el recuento anecdótico de los hechos de un domingo de abril. Yo como cadete ya era parte de la historia de mi querida Segunda Compañía de Bomberos de Antofagasta Salvadores y Guardias de propiedad.





Ricardo Rabanal Bustos
Voluntario 2272

CADETE BOMBERIL

( A la memoria del voluntario Alejandro Ugalde Arancibia Q.E.P.D.)



Pareciera ser que la vida de los seres humanos debiera llevar un orden lógico, algo así como el de la propia naturaleza cotidiana. La noche debe traer un nuevo día, la mañana soleada a la tarde cálida, un día de lluvia helado, un sol temeroso y algo frio. También en nuestra pequeña sociedad del fuego existen reglas y tradiciones que hacen de la vida una secuencia lógica. Un existir seguro y confiado que marca en la rutina impensada la trayectoria de ser bombero. Cuando entramos por primera vez al cuartel y vemos que el último lugar de la fila es el nuestro, comenzamos el proceso de entender que no somos los menos valiosos e importantes, por el contrario, en nosotros vivirá el futuro de la bomba y apoyarán sus cansados huesos nuestros viejos al momento de la lista final, así la vida continuará.

Los padres presentarán a sus hijos, les hablan de la bomba, los encandilan con las luces de colores de algún carro de azul mágico que lejano en el horizonte lo invita a subirse en la pisadera clara y luminosa de bronces dorados al calor de la aventura. Primero este carro bomba es de juguete, pequeño, bullicioso divertido. Luego, es de verdad… Inmenso, poderoso, diestro, noble y ellos, estos niños inocentes, casi sin darse cuenta ya son parte de la aventura noble de ser bombero, les pasó lo mismo que a nosotros, fueron cautivados con la fuerza ardiente de servir al prójimo, cubiertos y protegidos del casco y la casaca negra, que se viste con orgullo de generación en generación, en las cuatro paredes viejas de un cuartel de bomberos que guarda en su alma las historias de su eterno y heroico existir.

Pasa el tiempo, ese niño, ya es cadete, corre por los pasillos de un cuartel en construcción que guarda en sus laberintos grises, mil secretos que un día revelará. Sube por las escalas de plateados aluminios y barnizadas maderas naturales con la destreza del felino joven. Luce con orgullo sus primeros movimientos diestros que revelan en su esencia el apuro incontenible por llegar a ser bombero y demostrar en su fortaleza la vocación que deberá acompañarlo toda la vida.

Un día ya es bombero, se nos ha ido el niño tímido, el muchacho esperanzado y el joven travieso… ahora está al lado nuestro, enfrentando la hoguera candente, el bombero que en nuestra compañía gana la experiencia que un día nosotros como él, recibimos de quienes nos enseñaron la dura profesión del fuego.

“Venga a compartir con nosotros voluntario”, comparta la mesa de los viejos, escuche nuestras historias, nuestros relatos fantásticos y candentes de fuego y agua, que pronto contará las suyas. Sepa los secretos y “derrotas” de su señor padre, conózcalo aquí en la mesa de sus compañeros. Compréndalo, quiéralo y respételo como el hombre que un día se vistió con uniforme de trabajo para ser parte de su propia leyenda y aventura que le ha ganado nuestro respeto y esperamos que el de usted también.

Pero la vida te da sorpresas….. Aquí estamos todos en esta noche triste, formados correctamente, en silencio, de uniforme, contemplando incrédulos tu funeral, solo las llamas de los hachones iluminan nuestras caras, mejor así, no se distinguen las lágrimas que caen de nuestros ojos. ¿Alcanzaste a contar tus historias muchacho?, cantaste tantas veces como nosotros, nuestro himno alegre, viste la cara de tus amigos envejecer junto a la nuestra. Jugaste con tus hijos en la cabina del carro simulando que conducían a un incendio. No, no lo hiciste, no tuviste tiempo, Dios te llamó antes, pero descansa tranquilo muchacho, nosotros les contaremos a tus hijos tus historias y lloraremos en lágrimas de hombres nobles, junto a tu madre y padre, nuestro amigo viejo, la pena inmensa de perder un hijo.

Así fue como tú presencia breve se agotó, en las tranquilas tardes de una jornada bomberil, es cierto ya no estás con nosotros, dejaste este cuartel sin mayor afán que tu vida limpia, nosotros siempre te recordaremos y responderemos………” Firme” al llamado eterno de tu lista.



Ricardo Rabanal Bustos
Voluntario 2272