martes, 12 de julio de 2011

CADETE BOMBERIL

( A la memoria del voluntario Alejandro Ugalde Arancibia Q.E.P.D.)



Pareciera ser que la vida de los seres humanos debiera llevar un orden lógico, algo así como el de la propia naturaleza cotidiana. La noche debe traer un nuevo día, la mañana soleada a la tarde cálida, un día de lluvia helado, un sol temeroso y algo frio. También en nuestra pequeña sociedad del fuego existen reglas y tradiciones que hacen de la vida una secuencia lógica. Un existir seguro y confiado que marca en la rutina impensada la trayectoria de ser bombero. Cuando entramos por primera vez al cuartel y vemos que el último lugar de la fila es el nuestro, comenzamos el proceso de entender que no somos los menos valiosos e importantes, por el contrario, en nosotros vivirá el futuro de la bomba y apoyarán sus cansados huesos nuestros viejos al momento de la lista final, así la vida continuará.

Los padres presentarán a sus hijos, les hablan de la bomba, los encandilan con las luces de colores de algún carro de azul mágico que lejano en el horizonte lo invita a subirse en la pisadera clara y luminosa de bronces dorados al calor de la aventura. Primero este carro bomba es de juguete, pequeño, bullicioso divertido. Luego, es de verdad… Inmenso, poderoso, diestro, noble y ellos, estos niños inocentes, casi sin darse cuenta ya son parte de la aventura noble de ser bombero, les pasó lo mismo que a nosotros, fueron cautivados con la fuerza ardiente de servir al prójimo, cubiertos y protegidos del casco y la casaca negra, que se viste con orgullo de generación en generación, en las cuatro paredes viejas de un cuartel de bomberos que guarda en su alma las historias de su eterno y heroico existir.

Pasa el tiempo, ese niño, ya es cadete, corre por los pasillos de un cuartel en construcción que guarda en sus laberintos grises, mil secretos que un día revelará. Sube por las escalas de plateados aluminios y barnizadas maderas naturales con la destreza del felino joven. Luce con orgullo sus primeros movimientos diestros que revelan en su esencia el apuro incontenible por llegar a ser bombero y demostrar en su fortaleza la vocación que deberá acompañarlo toda la vida.

Un día ya es bombero, se nos ha ido el niño tímido, el muchacho esperanzado y el joven travieso… ahora está al lado nuestro, enfrentando la hoguera candente, el bombero que en nuestra compañía gana la experiencia que un día nosotros como él, recibimos de quienes nos enseñaron la dura profesión del fuego.

“Venga a compartir con nosotros voluntario”, comparta la mesa de los viejos, escuche nuestras historias, nuestros relatos fantásticos y candentes de fuego y agua, que pronto contará las suyas. Sepa los secretos y “derrotas” de su señor padre, conózcalo aquí en la mesa de sus compañeros. Compréndalo, quiéralo y respételo como el hombre que un día se vistió con uniforme de trabajo para ser parte de su propia leyenda y aventura que le ha ganado nuestro respeto y esperamos que el de usted también.

Pero la vida te da sorpresas….. Aquí estamos todos en esta noche triste, formados correctamente, en silencio, de uniforme, contemplando incrédulos tu funeral, solo las llamas de los hachones iluminan nuestras caras, mejor así, no se distinguen las lágrimas que caen de nuestros ojos. ¿Alcanzaste a contar tus historias muchacho?, cantaste tantas veces como nosotros, nuestro himno alegre, viste la cara de tus amigos envejecer junto a la nuestra. Jugaste con tus hijos en la cabina del carro simulando que conducían a un incendio. No, no lo hiciste, no tuviste tiempo, Dios te llamó antes, pero descansa tranquilo muchacho, nosotros les contaremos a tus hijos tus historias y lloraremos en lágrimas de hombres nobles, junto a tu madre y padre, nuestro amigo viejo, la pena inmensa de perder un hijo.

Así fue como tú presencia breve se agotó, en las tranquilas tardes de una jornada bomberil, es cierto ya no estás con nosotros, dejaste este cuartel sin mayor afán que tu vida limpia, nosotros siempre te recordaremos y responderemos………” Firme” al llamado eterno de tu lista.



Ricardo Rabanal Bustos
Voluntario 2272

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