martes, 12 de julio de 2011

EL EJERCICIO



Fue mi primer ejercicio tal vez por eso no lo voy a olvidar nunca, eran otros tiempos, tiempos de transición en que se agotaba un pasado glorioso, de bronces bruñidos y elegantes telas de oscuros colores, donde las relucientes medallas daban un luminoso contraste al instante en que giraban las tómbolas en las animadas y bulliciosas kermeses de los bomberos de Antofagasta. Esa época lentamente comenzaba a quedar atrás, casi sin darnos cuenta, pasábamos de los colores y la identidad singular a la uniformidad plural de carros y uniformes impuestos por el avance de la irrefrenable tecnología que cambiaría de alguna manera las tradiciones que por años habían tenido los bomberos de Antofagasta y que tanto colorido les habían ganado entre la sociedad del norte.

Recuerdo perfectamente que el ejercicio se había planificado en cada detalle, cada movimiento y ubicación estaba debidamente marcado y todos sabíamos perfectamente lo que teníamos que hacer, incluso los cadetes. Los preparativos comenzaron el mismo jueves, algunos voluntarios alistarían el material y otros construirían muebles simulados a partir de cajones de embalajes traídos desde nuestro vecino “El Puerto”. Así entre risas martilleos y nerviosismo, estos enceres ficticios del hogar comenzaron a tomar forma. Del jueves al sábado por la noche televisores, cómodas, roperos y refrigeradores de madera y cartón esperaban ser salvados por los ágiles bomberos de la Segunda Compañía de Bomberos.

Para tratar de darle el peso exacto se les rellenó con maderas y algunas piedras que fueron acomodadas en su interior de manera que permitieran una bajada rápida por la lona deslizadora que sería colocada en el tercer piso del edificio, ubicado frente a la Plaza Colón, departamentos que le había sido designado por la Comandancia para el salvataje a la entusiasta Segunda Compañía. Para el sábado por la noche y las primeras horas del domingo, ya todo estaba listo. Los muebles parecían de verdad, los carros brillaban en colores azules renovados, las pinturas aun olían a frescas y las eternas lonas circulares y deslizadora del carro telescópico pirchs ya habían sido revisadas… ahora sólo quedaba esperar.

Temprano en la mañana la Compañía estaba formada frente al Cuartel General, se podía ver el nerviosismo en todos los bomberos. Primero sería el desfile ante las autoridades y luego cada compañía de agua tendría 10 minutos para actuar y las de escalas 15. El ejercicio y el desfile serían en la calle Sucre a un costado de la Plaza Colón, ya el público colmaba las veredas de las calles para ver a los bomberos en acción, los niños más pequeños comenzaron a aplaudir cuando vieron bajar a los caballeros del fuego en el desfile de presentación que precedía el ejercicio. El orden del ejercicio sería el siguiente: dos compañías de agua, una de escalas, comenzando por la primera. El público estaba atento, las estrellas de tantos generales y coroneles de las Fuerzas Armadas invitados al ejercicio comenzaban a brillar con una luz celeste al contrastarse con el sol nortino de una mañana de otoño.

Es nuestro turno anunció el capitán y con voz segura ordenó los movimiento, “volteo simple, paralelo y doble con escalas de competencia”. Corra cadete y ayude a levantar las de 35, haciéndose cargo de uno de los puntales, voluntarios suban he icen la lona deslizadora al tercer piso… “¿Mi capitán el tercer piso está cerrado que hacemos?”, súbanla al cuarto ¡pues hombre! Y amárrenla del balcón lo mejor posible….ordeno el Capitán….¡Estamos listos! Ya subimos los muebles.

Un piso más, del tercero al cuarto, pareció no importar…. ¡cuando usted diga lanzamos los muebles por la lona capitán! Muy bien dijo nuestro líder, ordenó a los bomberos estirar la lona y mandó a los cadetes a los vientos laterales que solo extendían la lona y no recibían todo el peso de la caída como los vientos ( cordeles) frontales a cargo de los voluntarios. Todos estos movimientos fueron muy rápidos y recibieron grandes aplausos, las personas, los Generales, el Directorio General y los demás bomberos estaban expectantes. ¡Nos estamos luciendo cabro! Me comentó entusiasmado un voluntario, aunque creo que la lona quedó muy parada, me comentó después un poco preocupado y en voz un poco más baja…

…Todo listo preguntó el capitán, ¡¡Si!! Preparados para recibir los muebles, los voluntarios ubicados en la base de la lona… ¡Si capitán!... Lancen entonces, los muebles! Ordenó nuestro líder… Expectación en el público, silencio radial, angustia en nuestro Director, curiosidad en los Generales, atención en las demás compañías… Pasan los segundo se asoman dos voluntarios del cuarto piso y lanzan un refrigerador de madera y piedra, este aparato agarra tal velocidad que después de bajar casi en caída libre da un brinco en la base de la lona que lo hace ir a dar casi a los pies del León de la Plaza Colon, haciéndose añicos. ¡Asombro!, asombro asombro de todos y curiosidad ¿los bomberos rescatarán las cosas así? Se preguntaban muchos… luego cayó el segundo mueble, un televisor, más pesado y grande que uno real, era un verdadero bólido que bajaba de las alturas como el más estrepitoso meteoro… voluntarios atajen los muebles con decisión, ordenó nuestro líder, ¡está más….. Capitán!..... Quiere que dejemos de existir y convertirnos, de paso, en los únicos mártires aplastados por un ropero de cartón y piedras contestaron algunos voluntarios. Pasan los minutos y la esquina de la Plaza Colon se llena de una mezcla rara de piedras, cartón, papel y tablas de cajones que se esparcen por doquier. El capitán ordena a los cadetes limpiar este desastre ecológico y que se haga el salvataje de personas, los dos primeros voluntarios se deslizan bien y son rápidamente frenados y embolsados por sus compañeros en tierra. El tercero que trae un cuarto en sus brazos se lanza, va bien hasta la mitad, donde se encuentra con un parche de otro material que los frena y desvía bruscamente. Se van hacia un costado, su caída es inminente, pasan los segundos ya casi llegan al borde, el capitán corre, le quita el viento lateral de ese lado a un cadete, suelta un poco la tensión al mismo tiempo que salta y con el hombro corrige la trayectoria de la caída, los compañeros reaccionan rápidamente los embolsan y los voluntarios que caían a la muerte salen caminando de la lona que pudo ser su pasaje al cementerio. Ulloa y Rojas se han salvado, el público rompe en aplausos y vítores. Todos miramos a nuestro líder y capitán con admiración ¡Grande Percy!... Gritan los más viejos voluntarios de otras compañías. Las cosas que te reserva la vida, lo que pensábamos iba a ser un excelente ejercicio se transformó sin quererlo en un papelón y de allí en escasos segundos en una muestra de coraje y destreza bomberil dada por un hombre, Percy Quintano Quintano, el primer capitán que conocí en la segunda compañía de bomberos, muchos ejercicios han venido desde entonces, de homenajes, bautizos, exhibición, destreza, academia y competencia, pero como este, en la calle Sucre, frente a un León risueño y con el pavimento mojado y resbaloso, con un público que saludaba a los caballeros del fuego en su día y la presencia de viejos voluntarios que recibieron a los nuevos con sabiduría y cariño siempre permanecerá en la memoria de un niño testigo, jugando a ser bombero.

Después vino el desfile, los aplausos, comentarios y la fiesta que duró mucho tiempo. ¡De la que se salvaron esos dos!, los cadetes dejaron limpiecita la plaza, cuando vuelven hacer muebles tan pesados que estallan en piedras, madera y cartón. Suba la lona un poquito más capitán para caer parado. Fueron los comentarios que entre risa y risa fue uniendo el recuento anecdótico de los hechos de un domingo de abril. Yo como cadete ya era parte de la historia de mi querida Segunda Compañía de Bomberos de Antofagasta Salvadores y Guardias de propiedad.





Ricardo Rabanal Bustos
Voluntario 2272

No hay comentarios:

Publicar un comentario