miércoles, 24 de agosto de 2011

SEÑOR MUERTO NO SE HAGA EL CUCHO

Escrito en un papel, pegado en varios nichos en el cementerio municipal de Antofagasta "Notificamos vencimiento de este nicho, sírvase concurrir a nuestras oficinas a la brevedad". Mientras miraba este papel ya amarillento por el sol, me quedé pensando un rato y me pregunté ¿a quién le notificarán el vencimiento?

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha sepultado a sus muertos para toda la muerte. Los egipcios se daban el trabajo de construir monumentales pirámides, la llenaban de trampas y cámaras secretas, donde escondían los tesoros del faraón. Dicen que después del funeral, mataban a cuanto tipo tuviera que ver con la construcción de la pirámide, para evitar que se revelaran sus secretos y que los tesoros fueran a parar a las manos de los temidos ladrones de tumbas. Entonces la muerte de un faraón venía a ser algo asó como una catástrofe nacional, por la cantidad de muertes que acarreaba, sobre todo para los constructores de edificios públicos en Egipto.

En la antigua Grecia, los griegos menos monumentales y más cerebrales, creían que los muertos que no recibieran digno funeral, estaban irremediablemente condenados a vagar eternamente SIn destino Ni horizonte, por tierras frías e inhóspitas o sea los mandaban al desierto de Atacama por la noche.

Las culturas del Altiplano, enterraban a sus muertos con varias de sus pertenencias, más algunos alimentos para el largo viaje, y en posición fetal, tal vez como símbolo de que se volvía al vientre único de la vida, el vientre de la pacha mama.
Para los cristianos la muerte y la sepultura es el estado y el lugar donde esperamos el fin de los tiempos para la resurrección y el juicio final.

Ahora bien, no importa la cultura, existe un sentimiento intuitivo que les es transversal y consiste en cerrar el ciclo de la vida con el rito de enterrar a sus muertos, ya sea en Egipto, Grecia o San Pedro de Atacama. Expresando así la necesidad de buscar la paz, la paz de los muertos y la paz de los vivos.

Regresemos al principio, era obvio que dicha notificación se la hacían a los familiares, ¿Pero y si nadie acudía a las oficinas? .Qué pasará con el propietario, arrendador o concesionario del nicho. Con el tiempo es un hecho que nos perderemos de la memoria colectiva de la familia y no habrá quién pueda pagar por nosotros el nicho que ocupamos. Cuando llegue ese momento, ¿Quién intercederá por nosotros ante la administración del cementerio?, buena pregunta, tal vez el principio de un derecho constitucional que nos asegure "el derecho a estar bien muerto y que nuestro cuerpo o lo que vaya quedando de él, goce de la integridad física al igual que el de los chilenos vivos". (Agregar al artículo 19 de la Constitución).

Por otra parte, a lo mejor este aviso de vencimiento se lo comunican a los difuntos, quienes deberían terminar de descansar en paz y empezar a buscar forma de pagar su estadía en el cementerio por un tiempo más. Pero creo que esto es más difícil ya que la recuperación de los dineros por parte del cementerio en este caso no pasa por los usuarios del sistema mortuorio, sino por los que aún estamos vivos y construimos a diario el país.

Entonces el grado de humanización, progreso y cultura que pueda alcanzar una sociedad queda demostrado en el valor y respeto que ella sea capaz de sentir por la vida, la libertad y los demás derechos inalienables del ser humano. Cierto es que de alguna forma el respeto que se pueda sentir por el cuerpo de un compatriota fallecido, quien le entregó una vida de trabajo al país, haya sido un personaje público o no, revelan de modo significativo el grado de civilización alcanzado por los habitantes de esta sociedad nuestra.

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